lunes, 4 de mayo de 2020

Tercero tercera: El texto y sus características




Con origen en el latín textus, la palabra texto describe a un conjunto de enunciados que permite dar un mensaje coherente y ordenado, ya sea de manera escrita o a través de la palabra. Se trata de una estructura compuesta por signos y una escritura determinada que da espacio a una unidad con sentido.
Cada texto posee una cierta finalidad comunicativa: por medio de sus signos busca transmitir un cierto mensaje que adquiere sentido de acuerdo a cada contexto. La extensión del texto es muy variable, desde unas pocas palabras hasta millones de ellas. De hecho, un texto es virtualmente infinito.

El año pasado vimos que para que un texto resulte comprensible, debe ser coherente, es decir que todos los párrafos y los paratextos deben relacionarse con el tema principal. Por esto, la coherencia colabora con el sentido general del texto.
Un texto es coherente cuando la información que presenta está bien organizada, aparece de manera progresiva y sigue un orden lógico. La organización textual depende de la intención comunicativa de cada texto, sí, cada texto tiene siempre una intención.
Consignas:
1-    Leer el siguiente texto:

LA CERÁMICA, TESTIMONIO DE CULTURAS YA DESAPARECIDAS
Con el paso del tiempo, la vida de las culturas deja testimonios ocultos en las entrañas de la tierra. Los arqueólogos estudian los cambios que se producen en la sociedad, a través de restos materiales distribuidos en el espacio y contenidos en el tiempo como la cerámica.
La cerámica es la mejor herramienta del arqueólogo. Y esto es así porque los restos materiales de una cultura pueden sobrevivir en el tiempo, aun muchos siglos después de que sus realizadores hayan desaparecido de la faz de la Tierra. Los restos de carácter orgánico, como el hueso, la madera, el tejido o el cuero, desaparecen en ciertos ambientes sin dejar rastro; mientras que los de carácter inorgánico como la piedra son prácticamente inalterables. La cerámica, o el barro, que, tras su modelado y cocción adquiere perdurabilidad, es uno de los restos materiales más útiles.
La mayoría de los pueblos americanos de la Antigüedad, de cultura agrícola y sedentaria, manufacturaron grandes cantidades de cerámica; en primera instancia para cubrir sus necesidades cotidianas, como las de cocina, vajilla y almacenamiento; pero también con motivos rituales y ceremoniales. Los sitios arqueológicos suministran toneladas de tiestos y también de fragmentos de cerámica.
La elaboración de la cerámica exige un proceso previo de selección de la arcilla, lavado de impurezas, adición de un material desengrasante, tal como paja, arena, valvas marinas o cerámica molida, que permita su modelado, secado al sol y cocción. No todos los pueblos utilizaron los mismos tipos de arcilla para sus creaciones, ni las mismas clases de desengrasante. Tampoco las cocieron de la misma manera, aun dentro del escaso margen de variedad que permite el horno abierto, que fue el único conocido en la América indígena. Según los registros arqueológicos, los acabados, las formas y los estilos de decoración son también muy variados. Las superficies pueden estar pintadas o engobadas, pulidas, llanas o modeladas. Se entiende por engobe una arcilla coloreada o no, que se aplica sobre la cerámica a modo de esmalte para modificar su aspecto externo, aportando una textura terrosa no vítrea.
En el caso de la cerámica usada con fines ceremoniales o rituales, se observan estilos muy definidos y, por lo tanto, fácilmente atribuibles a determinada época y aun a determinada fase temporal dentro de una cultura. En consecuencia, su aparición puede ser muy significativa para el investigador.
Los tiestos, que se cuentan por millares en cualquier yacimiento arqueológico, son rigurosamente clasificados por los arqueólogos en tipos o grupos que muestran ciertas características comunes: tipos de pasta, desengrasante, acabado superficial, decoración, etc. Además, se registra la profundidad a la que fueron encontrados, ya que a mayor profundidad puede suponerse en principio una mayor antigüedad. Estos datos, volcados en gráficos, permiten ver con qué frecuencia aparecen ciertos tipos en determinadas épocas, la aparición gradual de nuevos tipos, o la desaparición de otros.
Así, se establecen series cronológicas, primero relativas, porque solo se sabe que un estilo  es más antiguo que otro, y luego más definitivas, cuando se puede fechar con precisión un objeto con métodos como el de radiocarbono. Y como cada cultura posee diferentes tipos de cerámica y estilos, este entramado cronológico puede completarse paulatinamente. Este es el rompecabezas que el arqueólogo se encarga de reconstruir.
En síntesis, la cerámica por ser el resto material que mejor se conserva es el más útil para el trabajo del investigador; sobre todo aquella usada con fines rituales y ceremoniales, ya que, por sus estilos definidos, es más fácil ubicarla temporalmente.
(SÁNCHEZ MONTAÑÁS, Emma. La cerámica precolombina, el barro que los indios hicieron arte, Madrid, Editorial Anaya 1988).







































ESTA ACTIVIDAD SE RECIBIRÁ HASTA EL VIERNES 8 DE MAYO A LAS 20 HORAS.
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